Roma, 1800. El republicano Angelotti huye de la prisión del Castel Sant'Angelo y se refugia en un iglesia donde su amigo, Mario Cavaradosi, decora sus muros pintando frescos con la imagen de María Magdalena. Scarpia, jefe de la policía borbónica, encarcela a Mario, torturándole para saber el paradero del prófugo. Tosca, famosa cantante y celosa amante del pintor, intercede por éste. Para ello, ofrece su cuerpo a la lujuria de Scarpia a cambio de fingir el fusilamiento de su amado. Pero Tosca aprovecha, y en el momento en que el jefe de policía firma un salvoconducto para ella y Mario, mata a Scarpia salvando su honor. A continuación, se dirige al castillo, donde pone en antecedentes de la farsa a Mario para que haga bien su papel de fusilado. Pero las armas del pelotón no están cargadas con salvas, no... El pintor es realmente ajusticiado y Tosca, ante tal horror, pone fin a su vida lanzándose al vacío.
La música de Puccini siempre ensalzó la fuerza interior y el sacrificio de las mujeres. Mujeres que anteponían el amor a su propia vida. Por eso, nos encantan los hogares en los que, por estética o por admiración, sitúan la imagen femenina en lugares privilegiados.