La pasada Navidad una de nosotras recibió una flor de pascua en esta cesta. La pobre planta terminó marchitándose del todo, a pesar de nuestros cuidados y, desde entonces, el macetero, junto al pie de hierro, languidecía en una esquina escondida del salón...
Su estética, para nosotras tan directamente ligada con las Pascuas, nos impedía dejarla a la vista todo el año, y a punto estuvimos de deshacernos del contenedor, cuando nos visitaron las musas. Para empezar, quitamos ese plástico protector del interior, aunque lo guardamos, pues siempre nos pareció una gran idea de esta maceta.
Con un alicate cortamos el asa, y pintamos con nuestro infalible verde mint.
Volvimos a colocar, cosido, el plástico protector que nos asegurará que cualquier agua de riego no estropee la pintura...,
..., y, por último, le colocamos, pegada, una puntilla de plástico de esas que venden para rematar estantes y estanterías.
Le hemos dado la vuelta a la cestita...
¿No os parece?
Ahora luce fresca, juvenil y podemos disfrutarla todo el año sin necesidad de esconderla. Y la próxima Navidad, Dios dirá...
Con este sencillo pero coqueto diy nos despedimos por hoy, no sin antes desearos
¡FELIZ FIN DE SEMANA!