No sabemos si os gusta la ópera... pero creemos que puede ser una bonita forma de introducir un tema decorativo, y de hecho, no es la primera vez que la usamos para ese fín. Hoy queremos hacerle un nuevo homenaje a Verdi, y con su Baile de máscaras, dar paso a imágenes que sugieren, como decimos en la cabecera de nuestro blog, pasión por las cosas bellas...

La acción de esta obra se sitúa en el Boston colonial de finales del siglo XVII... Una trama política prepara el asesinato de Riccardo, conde de Warwick y gobernador de la ciudad, durante un baile de máscaras... Su fiel secretario, Renato, le advierte sin que aquél tome en cuenta sus advertencias.. En medio de las intrigas, un amor correspondido, aunque no consumado... Amelia, mujer de Renato, y Riccardo se aman en silencio. Ya se vislumbra el dramático desenlace final cuando Renato descubre ese amor y decide unirse a los conspiradores. En el baile, apuñala a Riccardo ante la sorpresa de todos los presentes... Pero éste, antes de morir, l
e jura a su amigo que nunca pasó nada entre él y Amelia, y que en sus manos está la prueba: la carta en la que comunica el ascenso de Renato y su traslado a otras tierras. Entre el lamento general, el gobernador ordena el perdón para todos...
Valee, valee... un poco triste para empezar los carnavales, pero así de trágicas son las óperas, ninguna acaba bien... ¡qué se le va a hacer!
Pues ya véis... nada más apropiado para estas fechas que una buena máscara... ¿o no?