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viernes, 11 de enero de 2019

Las cien vidas de una sábana...

Nos gusta dormir entre sábanas blancas y, a ser posible, que estén adornadas con bodoques, vainicas... ¡Muy románticas y femeninas! No somos de reservarlas para ocasiones especiales, que al final solo sirven para olvidarlas en un cajón, mientras amarillean tristemente. Nosotras preferimos romperlas de tanto usarlas... Y a las pruebas nos remitimos. ¿Veis que a la de abajo le falta un trozo de puntilla? 


Se la quitamos de casi todo el contorno del embozo cuando vimos que se había desgarrado por algunos puntos, lo que no impidió que continuáramos utilizando la sábana tal cual.


Hasta que, pasados unos meses, comenzó a rasgarse la tela por otra zona... Tuvimos entonces que admitir que el fin de este juego de cama había llegado..., 


..., pero no del resto de sus componentes, que todavía tenían que dar mucho juego. Tirando suavemente con la mano, conseguimos desprender la tira bordada que sí estaba intacta.


Con la tijera, cortamos el último trozo aprovechable.


¡Y fijaos qué producción de bordados y puntillas hemos conseguido!


Nos han servido para adornar el armario de la ropa blanca.


Aunque la falta de luz natural hace que la foto desmerezca un poco, sí que os podéis hacer una idea de lo coqueto que ha quedado.



Y con el resto de la tela hemos sacado un buen número de paños para la limpieza de nuestros hogares, sobre todo de cristales, espejos, mamparas de ducha...


Estas Navidades hemos dado buena cuenta de alguno de ellos a la hora de secar la cristalería que hemos puesto en la mesa de Nochebuena y Año Nuevo. Pues no hay nada como estas telas, cien veces usadas y lavadas, para limpiar a la perfección sin empañar ni dejar ningún residuo, mientras dan lustre al cristal.


Reciclar, recuperar y reutilizar... ¿Alguien da más?



lunes, 3 de abril de 2017

Ajuar al descubierto...

Un día se presentó en casa de una de nosotras un familiar muy querido, mujer por más señas, portando tres juegos de cama bordados que habían pertenecido al ajuar de su madre. Estaban sin estrenar y podían tener casi noventa años... Quería que eligiera uno como presente, a sabiendas del amor que sentimos por la lencería del hogar. Y fue todo un problema decidirse, ante la maravilla de trabajos que aquellos lienzos lucían. ¿Qué fue lo que al final inclinó la balanza por uno de los modelos? Pensaréis que estamos locas, pero fue la posibilidad de usar, en un futuro, sus adornos en algún traje especial, por ejemplo, el de novia de una de las Julias... Como podríamos hablar hasta el infinito y más allá sobre la casuística de la boda de las niñas; que se casen, que no se casen, o lo hagan con pantalones, o de rojo chillón..., mejor dejar este punto aparcado. Pero lo cierto es que fue este argumento el que escogió nuestro corazón y nuestra mente para preferir esta maravillosa vainica, casi centenaria, sobre las otras labores. Y ahí anda, envuelta en papel de seda y guardada en un cajón... oculto destino para un trabajo tan artístico y delicado que bien debería ser expuesto y admirado. Pero ninguna de las dos tenemos un armario lencero, de esos exentos y, a ser posible, con las puertas de cristal, donde almacenar toda la ropa de la casa mientras nos recreamos con su interior. ¡Y ya nos gustaría!, pues es de esos muebles del hogar que verdaderamente envidiamos cuando lo vemos por ahí.





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Contadnos, ¿tenéis algo parecido en casa con lo que ponernos los dientes largos?



miércoles, 27 de mayo de 2015

¿Sabanas blancas?

¡Ay, ay, ay, mira que hemos dicho veces que nosotras sólo dormimos en sábanas blancas! Además, lo hemos dejado por escrito y bien clarito aquí en el blog. No es que hayamos perdido esa costumbre de repente. Es sólo que llevamos un tiempo viendo otro tipo de camas; camas vestidas de suaves tonos de primavera, empachadas de flores con delicado aire vintage, envueltas en el murmullo de una brisa fresca e impregnadas por el imaginario perfume de la naturaleza... Y, claro, ¡la tentación es muy grande! No hay reglas a la hora de inundar el lecho de pimpollos, la descoordinación es lo que prima; un embozo de aquí, la bajera de allá, almohadones varios... con el único nexo de unión de las flores, a ser posible, en tonos suaves y empolvados y con una gran reminiscencia retro. 



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Ay, ay, ay... ¿Terminaremos rindiéndonos ante esta explosión de alegría?


miércoles, 18 de diciembre de 2013

Esas pequeñas cosas 2

Ya hicimos hace tiempo un post con este nombre para referirnos a la ropa blanca, sobre todo a las sábanas y a nuestro amado crochet. Y ahora repetimos título para mostraros aquellos detalles, pequeñas cosas, que tenemos en casa y que, a nuestro humilde modo de ver, componen un hogar cálido, acogedor, en el que todos nos sentimos a gusto, y al que siempre queramos volver. 

Por supuesto que este post es personal como el que más... De hecho, algunos de nuestros detalles tienen una gran carga emocional... que además intentamos transmitir a nuestros hijos. Por ejemplo, el sombrerito de crochet para guardar el rollo de papel higiénico... Puede que sea un poco Kitsch... pero lo hizo una de nuestras abuelas y ¡es sagrado! Además en casa lo saben y lo respetan por ello. De todos modos, ¡¡a nosotras nos parecen monísimos y coquetísimos!!


Igual que seguimos usando las toallas con las puntillas de crochet que nos hicieron esas mismas abuelas.



Intentamos no tener guardadas las que nuestras madres nos compraron para el ajuar de boda, esas toallas de hilo que tanto nos gustan... O las bolsitas bordadas con nuestras iniciales hechas por ellas expresamente y usadas para guardar en su interior la lencería que llevamos en nuestros viajes...


Tratamos de tener, en la medida de lo posible, siempre flores frescas... Con unas sencillas clavellinas es suficiente.


Le damos mucha importancia a los paños de cocina... allí donde vamos, compramos un juego que nos vaya... En casa siempre tienen que lucir bonitos y limpios.


Las cajas de pañuelos de papel se instalan por todas las mesitas de noche y los baños... Pero no es lo mismo dejar la caja de Mercadona, que camuflarla con una funda como ésta.



Ahora en invierno, muchas mantas mullidas en el sofá, ¡para que nadie se quede sin ver la tele calentito...!


Y así seguiríamos un rato más...con esas pequeñas cosas que nos acompañan cada día y en las que apenas reparamos, pero que conforman nuestro hogar. ¿Y el vuestro...?


jueves, 28 de noviembre de 2013

Otra forma de colgar las toallas

Como estamos todo el día maquinando para el blog, que lo miramos y remiramos todo en busca de inspiración, (nunca sabes donde van a surgir las ideas...), pues lo mismo se nos ocurre investigar con mantones que con toallas... y hoy toca lo segundo. Y lo cierto es que, en nuestro baños, las tenemos colgadas en las típicas perchas de toda la vida. No sólo no se nos ocurrió una alternativa diferente, sino que ni siquiera nos pusimos a pensarla... Así que, un día cualquiera, colgadas en nuestros pensamientos del techo, nos dio por pensar que igual había otras maneras. Eso sí, una condición en las propuestas, que las toallas estuvieran minimamente extendidas, para que entre uso y uso, se vayan secando un poquito.









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Y vosotros, ¿de donde las colgáis?


martes, 24 de septiembre de 2013

Esas pequeñas cosas.

Nuestras casas, las de las dos, son familiares, cómodas, cálidas en la medida de lo posible. Pensadas, sobre todo, para que nuestros hijos se sientan bien y puedan traer a sus amigos sin problemas. No hay mucho espacio para la sofisticación, aunque sí  muchas ganas de que todo luzca bien, de encontrar el sitio perfecto para cada objeto y de cuidar todos los detalles, esas pequeñas cosas, hasta las más escondidas, que las convierten en acogedoras.

Por eso, tenemos muy en cuenta la lencería del hogar: no hay sensación más maravillosa que la de meterse en una cama con las sábanas recién puestas y blancas... Y sí, nosotras somos de las que tenemos las sábanas blancas. Con encajes, con bodoques, con vainicas... Abrir todos los días la cama, hacer bien el doblez sobre la colcha o el edredón y meterse mientras crujen... pura invitación al relax.

No es necesario que las tengas de tu abuela, ni que estén bordadas a mano... Somos las primeras en aprovechar todas las ventajas que nos ofrece la vida moderna. Por eso nos centramos en el algodón, y tratado, para que la plancha sea mínima, y por supuesto las planchamos dobladas y por el embozo, que el calorcito y el vapor ya hacen el resto. Pero si aún no os convence el asunto, las hay cincuenta por ciento algodón, cincuenta por ciento poliester y la sensación es muy parecida.


Y de las sábanas nos vamos al crochet, tan de moda ahora. Pero es un clásico en nuestras vidas desde que somos pequeñas, y valoramos el esfuerzo y la paciencia con las que nuestras abuelas y madres nos confeccionaron colchas, tapetes... con los que adornamos nuestros casas.




Buscando otras aplicaciones para el ganchillo, mirad que hemos descubierto...




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Y claro, no nos extraña lo a gusto que se encuentra este amigo, ¡y es que hasta él sabe apreciar lo que es bueno!
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