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miércoles, 30 de noviembre de 2016

¡Humor amarillo!

¡Qué de risas recordamos con aquel programa de televisión que seguro much@s de vosotr@s veíais...! ¡Humor amarillo! En él, una fila imparable de concursantes orientales hacían toda una serie de extrañas y arriesgadas pruebas de habilidad y destreza que, en la mayoría de los casos, terminaban con caídas, golpes y mamporros, con la consiguiente hilaridad de los televidentes.  En España, el doblaje de ese programa japonés era realmente desternillante, y sus locutores inventaban toda clase de nombres para los concursantes: Pinky-Winky, Dolores Conichigua o el famosísimo Chino Cudeiro, eran algunos de ellos.

Y es que la influencia de Oriente es ya innegable en nuestra sociedad. El caso de las tiendas chinas es un ejemplo de ello. A pesar de lo que ha arrasado, en muchos casos, al comercio tradicional de nuestras ciudades, tenemos que reconocer que esos bazares nos ha permitido adquirir con facilidad, en un solo establecimiento, diversidad de artículos útiles, y no tan útiles, que también los hay, para nuestra vida diaria.

Innegable el fulgor amarillo, e innegable también que la sonrisa es la mejor de las medicinas, así que nada mejor que mezclarlas y ... ¡ahí tenéis un buen ramillete de "yellow smiley faces"!














¿Os sumáis a la moda de sonrisas amarillas?


lunes, 28 de noviembre de 2016

El primer sonido del día...

Todas las mañanas se repite la misma escena en nuestras casas; a las siete, minuto arriba, minuto abajo, comienzan a sonar los despertadores de cada morador de las mismas. Diferentes melodías, tonos, canciones... aunadas en un atronador concierto mañanero que sólo consigue interrumpir los manotazos a ciegas hasta dar con la tecla del off. ¡Qué momento! En nuestra niñez y juventud la cosa era aún peor; recordamos haber escondido el dichoso reloj al no poder soportar su "tic tac" en mitad del silencio de la noche, mientras que el "ring" de su campanada era capaz de sacarnos del más profundo sueño a golpe de infarto. Eran, entonces, de cuerda y analógicos. Todos nos levantábamos a y cinco, a y cuarto, a y veinticinco..., así que nada de minutos caprichosos..., esos había que ponerlos a ojo. Cuando aparecieron los primeros modelos que funcionaban a pilas, muchos de aquellos preciosos y ruidosos despertadores de antaño fueron relegados a algún cajón o, simplemente, al olvido. Veréis: nosotras, que casi siempre somos tan espabiladas, también tenemos nuestros momentos lentos (o petardos, muy petardos...). No hace mucho, dejamos escapar un precioso modelo vintage en un mercadillo, nada caro y ¡en verde mint! Ya, ya, ya... mejor no decir nada más. Menos mal que una de nosotras sí puede presumir de ejemplar bonito, con el que ilustrar este post y decorar su casa. Eso sí, con la cuerda en reposo, que sólo faltaba éste para completar la sinfónica tempranera, sobre todo hoy lunes y aún sin espabilar...












 Foto



¿Cómo suenan vuestras casas a primera hora? ¿Alguna con sabor vintage?


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