Hace un par de días hablábamos de la necesidad de cambiar las sábanas de los dormitorios de los hijos de una de nosotras. Estaban tan pasadas que, en breve, iban a hacerse jirones... La otra de nosotras aseguró haber encontrado, hace ya años, un establecimiento donde las había, blancas, como nos gustan a las dos, buenas, bonitas y baratas. Automáticamente, la primera preguntó... -"¡¡¡¿Pero se arrugan?!!!". A lo que la interpelada contestó que para nada, cincuenta cincuenta... Los que sabéis de sábanas entenderéis la expresión, pues su composición es mitad algodón mitad poliester. Así que no va a tardar la que está "faltita" en ropa de cama en ir a adquirir un par de juegos. La conversación siguió por los derroteros de la acción de tender, llegando a la conclusión de que una buena forma de colgar la ropa para su secado, conseguía evitar su planchado... Todo esto viene a colación al tema de hoy. Sabemos que las planchas antiguas son, en la red, como las moscas en septiembre, que abundan. Una de nosotras las tiene en su mesa de costura y así os las mostramos hoy.
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