Durante un tiempo, una de nuestras hijas, siendo pequeña, estuvo dando clases de dibujo y pintura en una academia. La profesora, además de usar papel o lienzo, proporcionaba a sus alumnos unas bases de madera que, con un peculiar corte, parecían asemejarse a una paleta de pintor, sin serlo. Aquí os enseñamos uno de los dibujos que Julia hizo en su momento, y que luce con honores en casa...
Y aquí ,otro de esos trozos de madera con un boceto que nunca llegó a terminar, y que guardábamos en el taller junto con esta pequeña imagen en tela, de una linda damisela muy ensimismada en su lectura.
Pues, sin saber muy bien cómo aunar ambos elementos (a veces empezamos así las cosas...), comenzamos a pintar la base en blanco roto...
El color elegido nos llevó a este papel de empapelar, original de los 60, que una de nosotras recuperó de casa de su madre y que llevábamos tiempo queriendo usar.
Con él, realizamos un decoupage sobre la madera completa, incluyendo la pequeña parte cortada que, al quedarse hueca por detrás, nos pedía algo que le diera consistencia...,
..., y que solucionamos con este pequeño encaje.
Superpusimos varias capas en la parte superior, pues nosotras hemos usado la rodaja en sentido vertical, uniendo unas a otras con cola ligeramente diluida en agua.
De esta manera, conseguimos completar el óvalo con un detalle decorativo que, acompaña a nuestra pequeña lectora sin robarle protagonismo.
Terminamos el trabajo dando una capa de la misma cola diluida por toda la superficie, incluida la imagen en tela. ¿Os gusta el resultado final? A nosotras mucho, aunque esté feo decirlo...
Podemos colgar o apoyar el cuadrito. Nosotras hemos elegido la segunda opción, dejándolo bien protegido por otros libros con los que continuar la lectura...
¡FELIZ FIN DE SEMANA!