¡Qué de risas recordamos con aquel programa de televisión que seguro much@s de vosotr@s veíais...! ¡Humor amarillo! En él, una fila imparable de concursantes orientales hacían toda una serie de extrañas y arriesgadas pruebas de habilidad y destreza que, en la mayoría de los casos, terminaban con caídas, golpes y mamporros, con la consiguiente hilaridad de los televidentes. En España, el doblaje de ese programa japonés era realmente desternillante, y sus locutores inventaban toda clase de nombres para los concursantes: Pinky-Winky, Dolores Conichigua o el famosísimo Chino Cudeiro, eran algunos de ellos.
Y es que la influencia de Oriente es ya innegable en nuestra sociedad. El caso de las tiendas chinas es un ejemplo de ello. A pesar de lo que ha arrasado, en muchos casos, al comercio tradicional de nuestras ciudades, tenemos que reconocer que esos bazares nos ha permitido adquirir con facilidad, en un solo establecimiento, diversidad de artículos útiles, y no tan útiles, que también los hay, para nuestra vida diaria.
Innegable el fulgor amarillo, e innegable también que la sonrisa es la mejor de las medicinas, así que nada mejor que mezclarlas y ... ¡ahí tenéis un buen ramillete de "yellow smiley faces"!
Innegable el fulgor amarillo, e innegable también que la sonrisa es la mejor de las medicinas, así que nada mejor que mezclarlas y ... ¡ahí tenéis un buen ramillete de "yellow smiley faces"!
¿Os sumáis a la moda de sonrisas amarillas?