Está claro que los espacios vacíos están para ser rellenados... Eso es lo que una de nosotras piensa respecto a su estómago. La otra es más inteligente y no se deja llevar por la visceralidad e impaciencia alimentaria de su compañera de trabajo. A pesar de lo bien que nos llevamos y la coincidencia en aficiones varias, es el tema de las comidas lo que, en parte, nos distingue. Y decimos en parte porque ambas preferimos frutas, verduras y pescados, que la carne no nos va (aunque la comemos en pequeñas dosis, pollo, más que nada), pero las cantidades no son las mismas para una que para otra.... Además, la que pretende rellenar su estómago constantemente, no puede hacerlo sin pan. Se diría que casi podría vivir a pan y agua, con algún dulce de por medio, vamos. Menos mal que su amiga la contiene, no directamente, que ella es muy prudente, sino con su ejemplo, que hace que un angelito en el hombro izquierdo de la comilona le diga... "te vas a arrepentir, ¡para ya!" Así que hoy toca rellenar, no con alimentos, sino con cajas... ¡que no engordan!
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Pues rellenitas seguro que volvemos de nuestras vacaciones playeras. Como es habitual cada año, nuestros agostos los pasamos en Cádiz y Huelva, respectivamente, relajándonos de once meses de trabajo intenso. Volvemos el 3 de Septiembre con energías renovadas y, seguramente, a plan riguroso de adelgazamiento. ¡Os echaremos de menos!
¡FELIZ VERANO!