miércoles, 11 de marzo de 2015

¿Dónde he puesto el reloj?

Pregunta reiterada de Quique..., el pequeño de una de nosotras. Constantemente pierde el reloj de pulsera... Se lo quita, mordisquea y chupetea la correa (es de esos típicos relojes de niño de un material "plasticoso", muy agradable a la mordedura), y lo va dejando por los rincones más recónditos de su pequeño hogar... Acaba de ir a su primera excursión fuera de su ciudad; a Sierra Nevada, para ser exactos... Con sus compañeros de colegio, en dos autobuses, salían a las cinco y media de la mañana, ante la mirada atenta, alegre y a la vez preocupada  de los padres que acudían a despedirlos... ("si es que son muy chicos", decían algunos...). Y allí estaba una de nosotras... "Quique, pórtate bien, no la armes, úntate la crema solar, que te quemas, que tú eres muy blanquito...". Bueno, que nos perdemos, que al final no se ha llevado el reloj.... No ha aparecido por ningún lado... Habrá que buscar un sitio donde dejarlo siempre, ¿no? Pero, ¿dónde?












Una de nosotras no se quita el reloj para nada..., la otra se lo quita en cuanto puede. Y vosotr@s... ¿qué hacéis con el reloj?



lunes, 9 de marzo de 2015

¡Eso lo tengo yo!

No sabemos si os ha pasado estar viendo imágenes de decoración y de repente exclamar emocionadas ¡eso lo tengo yo! Pues a nosotras sí y, aunque suene tonto, hace mucha ilusión. Por eso, hemos recopilado unas cuantas cosas, más o menos exactas, que han conseguido crear un vínculo entre nuestros hogares y otros que quizás estén en la otra punta del globo (¡qué emocionante!).

Esta familia debió pensar lo mismo que una de las nuestras, que con lo que había costado montar el "bicho" y lo bonito que había quedado, valía la pena decorar con él. Así que, ni cortos ni perezosos, unos colocaron el rinoceronte en la mesita de noche y los otros el dinosaurio en el aparador del comedor.


Con el cojín sobran las palabras...


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De muy lejos vienen estas cestas de mimbres con detalles tejidos en múltiples colores, de México para ser más exactos (¡Ay, ese viaje de novios...!).


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Laura Ashley nos conquistó con este papel de pequeñas flores en tono fresa, a esta familia de la campiña inglesa y a una de nosotras . Dos estilos decorativos diferentes para un mismo empapelado.


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Contadnos, ¿habéis exclamado ¡eso lo tengo yo! alguna vez?



viernes, 6 de marzo de 2015

Brazos en jarra

Una postura muy de madre cuando el vástago (o vástagos) ha hecho una trastada, es la de colocar los brazos en jarra. Ya sabéis..., eso de colocar los puños (o las manos abiertas, da igual) a cada lado de las caderas simulando asas de una jarra o taza.... Y si a la vez adelantas un pie y mueves la punta dando rápidas pisaditas sin vover el talón..., eso significa ¡Peligro! ¡Mamá está muy, pero que muy mosca! Hemos sabido que en otras zonas, como en Méjico, se utiliza otra expresión semejante, "haciendo jarros", aunque en este caso no se refiere a la pose, sino que la usan las madres para reprender a los hijos que no están cumpliendo sus obligaciones. ¡Te la pasas haciendo jarros!, o lo que vulgarmente diríamos por aquí... ¡No haces ni el huevo! (con perdón).

Y es que el lenguaje corporal es realmente efectivo en ciertas ocasiones. No hay más que ver la rápida reacción de nuestros hijos... ¡Firmes, que mámá dispara!








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Y vosotr@s... ¿ponéis a menudo los brazos en jarra?

¡Feliz fin de semana a tod@s!







miércoles, 4 de marzo de 2015

¿Dónde pongo tanta manta?

Durante las noches de invierno, los salones de nuestras casas se transforman en campos plagados de mantas. Cada miembro de la familia se acomoda en un sillón, bien tapadito, con un repertorio de cobertores de su padre y de su madre que echan por tierra toda la decoración de la sala; pero, eso sí, abrigan un montón. ¿Os resulta familiar la escena...? Ni que decir tiene que una de las primeras tareas mañaneras consiste en adecentar un poco la leonera, para que el salón luzca de nuevo en todo su esplendor. Y para eso es fundamental buscarle un hueco a mantas, edredones y similares. Por coincidencias de la vida, nosotras las colocamos en una cesta debajo de la mesa del sofá, pero hemos descubierto muchas opciones bien decorativas...




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¿Y vosotros? ¿Dónde ponéis tanta manta?


lunes, 2 de marzo de 2015

Dichosa la rama que al tronco sale

Frase escuchada perennemente por las madres... ¿O no? Y es que cada vez que nos encuentran con nuestros hijos, siempre hay alguien que saca el refrán a relucir refiriéndose al parecido de los vástagos con sus progenitores. Una de nosotras y su Julia (y esto lo corrobora la otra de nosotras) son un calco. La otra Julia está más mezclada, pero tiene el estilillo de su madre. Unas arruguillas en la nariz al reir confirman que tienen el mismísimo ADN. Nuestros varones, por contra, son el vivo retrato de sus respectivos padres, salvo (casualidades de la genética) su colorido. Los chicos son rubillos y los padres no. A lo que vamos. ¡¡Qué rabia da que te digan que no se parecen en nada a tí cuando los has llevado nueve meses encima (o dentro más bien)!! 

Troncos y ramas, maderas y plantas, padres e hijos... Se parecerán o no,  ¡pero juntos hasta el fin del mundo! (ojito...., no sirva esto para tomarse al pie de la letra, que después los niños no se van de casa hasta los cuarenta, y la armamos).












Pues eso, que dichosa la rama que al tronco sale.



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